Intervención antiinflamatoria, ¿qué es?
Hoy en día, el papel de la Nutrición es cada vez más pertinente en el tratamiento y la reducción de los síntomas de algunas enfermedades. Mientras que algunos grupos de enfermedades tienen una relación más directa, como las enfermedades gastrointestinales, en otros grupos la relación no es tan directa. Aun así, es importante comprender que la alimentación influye en los nutrientes disponibles en el organismo y que estos pueden influir en el funcionamiento del cuerpo.
La esclerosis múltiple y la fibromialgia son algunas de las patologías que, aunque su etiología no está directamente relacionada con la nutrición, parecen presentar una mejora en la calidad de vida de los individuos diagnosticados, por lo que el cuidado nutricional es pertinente en estas situaciones.
Cuando se inicia una intervención nutricional en este grupo de pacientes, el objetivo principal es restablecer el estado nutricional, evitando la pérdida de masa muscular y el aumento de peso incontrolado, es decir, debe tener en cuenta principios de alimentación saludable, tal y como se aplican a otro individuo que no tiene un diagnóstico clínico.
Cuando el estado nutricional es adecuado, la alimentación debe evitar en lo posible la inflamación, ya que es uno de los síntomas que más perjudica la calidad de vida de estos pacientes.
Aunque no existe una guía específica sobre el mejor programa alimentario a aplicar, la individualidad es un parámetro muy importante para promover la adherencia al plan de alimentación y seguir permitiendo el análisis de la mejoría o empeoramiento de los síntomas que son muy variables en cada persona.
Intervención Nutricional
Teniendo en cuenta lo mencionado anteriormente, en individuos que presentan contextos clínicos asociados a procesos inflamatorios se deben utilizar estrategias alimentarias para prevenir la aparición de estos cuadros. Para ello, deben beneficiarse:
- Alimentos (y/o suplementos) de ácidos grasos poliinsaturados, como Omega-3 y Omega-6, presentes en los pescados grasos (salmón, sardina, caballa), aceites vegetales (aceite de oliva, aceite de girasol, aceite de nuez), semillas diversas (linaza), frutos oleaginosos (nueces, almendras);
- Vitaminas (Vitamina A, C, B12, D y E);
- Minerales (Selenio, Zinc, Magnesio);
- Dietas bajas en alérgenos (como el gluten y la lactosa);
- Alimentos antiinflamatorios (como los polifenoles).
En algunos casos, se ha aplicado el protocolo FOCMAPs que, teniendo en cuenta el cuadro clínico presentado, ha mostrado mejoría en algunos síntomas referidos por los individuos.
Básicamente, la alimentación más adecuada debe ser aquella que la persona pueda poner en práctica a diario, que promueva su bienestar y calidad de vida y mantenga su adecuado estado nutricional. Es decir, debe basarse en los alimentos mencionados anteriormente, así como seguir los principios de una alimentación equilibrada y variada, con un valor calórico adecuado al estilo de vida y a las necesidades del individuo, rica en alimentos de origen vegetal (como frutas, verduras y legumbres), baja en azúcares refinados, grasas, especialmente saturadas y trans, sal, colorantes y conservantes.
Esta es una situación más en que la individualidad y el asesoramiento cercano de un profesional del área de la nutrición es pertinente para mejorar los síntomas y la calidad de vida de los diferentes pacientes, por lo que cualquier cambio que se realice en el patrón alimentario de estas personas debe tener en cuenta todas las patologías y síntomas asociados, así como la evolución del estado nutricional.
Nutricionista, Jacinta Mendes
3341N
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