Ortorexia, ¿qué es?
Asociado a este hecho, la búsqueda constante de la “imagen ideal” y la insatisfacción corporal, provocada por las normas sociales y culturales relativas al cuerpo, puede llevar a cambios en los patrones alimentarios habituales, desencadenando trastornos alimentarios.
El trastorno alimentario es un trastorno psiquiátrico caracterizado por graves cambios en el comportamiento alimentario. Estos cambios provocan un deterioro de la salud física y psicosocial y su prevalencia es independiente de la edad, el sexo, la etnia, el peso corporal y el nivel socioeconómico.
Los principales cambios de comportamiento varían según el trastorno identificado, pero las principales señales incluyen la restricción y la evitación de alimentos, el comportamiento alimentario compulsivo y la purga (castigo por comer, a través de diferentes mecanismos, vómitos, laxantes o ejercicio físico excesivo). Todas estas actitudes alcanzan niveles extremos y con una frecuencia constante, convirtiéndose en una obsesión para el individuo.
El tratamiento de estos trastornos incluye una intervención multidisciplinar, que incluye terapia psicológica y a veces farmacológica, y cuanto más temprano se reconozca, mejor será la respuesta al tratamiento.
De los trastornos alimentarios reconocidos para el diagnóstico, los más conocidos son la Anorexia Nerviosa, la Bulimia Nerviosa y el Trastorno por Atracón (Binge Eating).
Un individuo con ortorexia nerviosa tiene una fijación por la composición cualitativa de los alimentos, dedicando cada vez más tiempo y esfuerzo a la compra, la planificación y el consumo de las comidas. Excluyen crónicamente todos los alimentos que se consideran poco saludables y solo se sienten seguros y tranquilos con los alimentos que ellos mismos seleccionan.
En algunos casos, esta exclusión puede llevar a un bajo consumo de ciertos micro y macronutrientes en la rutina, lo que conduce a déficits alimentarios.
La preocupación constante por la elección de los alimentos, ya que interfiere en el momento de la comida, que en su mayoría de los casos es un momento social, implica cambios en la vida familiar, profesional y social, donde el individuo intenta comer solo, evita las reuniones sociales donde no se controla el origen y la calidad de los alimentos, desarrollando un sentimiento de desprecio hacia otros individuos que comen alimentos considerados “poco saludables”, creando una barrera social con ellos.
Teniendo en cuenta estas señales, se trata, sin embargo, de un trastorno difícil de diagnosticar, ya que las recomendaciones para la promoción de la salud y la prevención de enfermedades incluyen la exclusión de ciertos alimentos de los hábitos de la población y la mejora de su calidad alimentaria. Lo que distingue la alimentación sana de la ortorexia es el nivel de obsesión y fijación que esta última provoca.
Hay que recordar que “la salud es más que la ausencia de enfermedad, representa una situación de completo bienestar físico, psicológico y social”.
Nutricionista, Jacinta Mendes
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